Con la esperanza de salvar a su hijo de la muerte, una mujer hebrea colocó a su niñito en una cestilla en la orilla del río Nilo. La hija del faraón descubrió el niño y decidió cuidar de él. Más tarde ella le adoptó por hijo y púsole por nombre Moisés (Ex. 2.10).


Así fue como Moisés se salvó de una muerte dramática decretada por el faraón para todos los niños hebráicos de Egipto, por lo que fue preservado para el papel al que Dios le había destinado al llegar a ser hombre. Libró a su pueblo de la esclavitud egipcia y era mediador entre Dios y su pueblo durante los años de destierro. Dios ayudaba, instruía y regañaba a Su Pueblo escogido a través de Moisés, el Mar Rojo fue dividido y los israelitas se salvaron de los egipcios que les perseguían.


Contestando a las oraciones de Moisés, Dios le daba el agua y el maná en el desierto. Sin embargo, Moisés mismo, el más grande de los profetas no pudo entrar en la Tierra Prometida. Dios le negó este privilegio como castigo por haberle desobedecido.



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Entre sus pasajes bíblicos más relevantes podemos destacar:

 1- Cuando el faraón le negó a Moisés permiso para dejar salir de Egipto a los israelitas, Dios hizo caer sobre la Tierra diez plagas terribles. La novena de estas plagas trajo tinieblas horrorosas sobre toda la tierra de Egipto por espacio de tres días (Ex. 10.12).


 2- Desde la cima del Sinaí Dios dio a los israelitas los Diez Mandamientos. Poco después Dios llamó a Moisés y le dijo: Sube a lo alto del monte en donde estoy, y detente allí y te daré unas tablas de piedra con la Ley y los Mandamientos que tengo escritos, a fin de que los enseñes al pueblo (Ex. 24.12).


 3- Creyendo que Moisés, debido a su larga ausencia en el Sinaí, les había abandonado, se hicieron idólatras. Dieron sus pendientes de oro a Aarón quien los hizo fundir y vaciar en un molde, y formó de ellos un becerro de oro (ex. 32.4).


 4- Cuando volvió del Sinaí Moisés se quedó disgustado al encontrar a su gente practicando idolatría. Irritado sobremanera al verles adorando al becerro de oro, arrojó de la mano las Tablas, y las hizo pedazos a la falda del monte (Ex. 32.19).




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